Érase una vez, en un reino muy lejano, una bella princesa que, por causas genéticas que no vienen al caso, había desarrollado desde su adolescencia una inusual alergia a la carne de ave y que, el año en que cumplió sus dieciocho primaveras, perdió repetidamente su inocencia tras enamorarse del hijo del conde de Rodanueva.
Es difícil expresar, para un simple juglar como yo, cuán triste se sintió el rey ante semejante capricho, pero baste decir que su soberana desilusión fue proporcional al tamaño que podría alcanzar su reino si el novio hubiera sido el príncipe de Medinanolidia.
Solo bajo promesa de instalar al hijo del conde en un anexo cercano, pudo el rey convencer a su hija para casarse con quien más convenía al reino. Y todos fueron felices y comieron perdices, salvo la princesa, por culpa de su inusual y ya mencionada alergia a la carne de ave.
Esta obra está licenciada por Joaquín Romero Zambrano, bajo una Licencia Creative Commons como
No hay comentarios:
Publicar un comentario