"... y entonces, usando las pinzas esterilizadas, cogí el entrecot-de-ternera-poco-hecho que se había caído al suelo y lo volví a poner en el plato con mucho cuidado. Luego me lavé bien las manos con alcohol de quemar para evitar que se me quedaran restos de comida entre los dedos. Y esa noche, al terminar la cena, el cliente hasta felicitó al cocinero. Los camareros nunca nos llevamos las alabanzas."
Diario de un manipulador de alimentos, 2008, Editorial Todoletr4s.
(Fragmento parcial de un libro imaginario publicado por una editorial inventada... el año sí es correcto, quiero decir, existió).
Esta obra está licenciada por Joaquín Romero Zambrano, bajo una Licencia Creative Commons como
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