[017] Cuando te equivoques, hazlo a lo grande...

café de colombiaAl principio pensamos que sería algo pasajero. Una de esas sensaciones que hacen disfrutar a nuestros sentidos dándoles un paseo por la parte trasera de nuestro cerebelo, allí donde la evolución se dejó olvidados nuestros recuerdos más primitivos; una suerte de estímulo sensorial en la zona donde habita nuestro yo primate.

Pensamos que aquel armonioso olor tostado que cautivaba nuestro olfato de forma tan placentera no duraría y que, igual que había llegado, una lejana y tórrida tarde de agosto, se marcharía y nos dejaría en aquel ignoto bar de pueblo, con un palmo de café per
o sin aroma idílico que llevarnos a la napia.

Y lo pensábamos porque todo surgió por error del camarero, un imberbe novato de quitaypocos años que equivocó el pedido rutinario al proveedor de provincia
s. Era la primera vez que lo hacía por Internet, esa moderna autopista de comunicación donde el inexperto barman se metió por el carril equivocado. Y así empezó todo, el pedido se recibió en un destino poco acostumbrado: Colombia... y fue atendido. El enorme paquete llegó por vía aérea doce días después, justo aquella tarde en que se juntaron los cielos y la tierra en una oleada de aroma torrefacto del mejor café que habíase catado nunca a este lado de los Pirineos. La factura fue supina y la bronca al camarero también, pero el bar se llenó esa tarde de parroquianos y se estuvo sirviendo cafés casi hasta la noche y al día siguiente hasta más allá del medio día, esa barrera psico-gastronómica que marca el fin del café y el comienzo de la cerveza... pues ni barrera ni leches; y luego a la tarde y al día siguiente y al otro...

Y creíamos que aquello sería pasajero, que aquel paquete se acabaría algún día y que volveríamos al café rancio y chaparro de siempre y sobre todo, que despedir
ían al camarero por aquel error, pero no ocurrió ninguna de estas cosas. Cada mes el dueño del bar hacía un nuevo pedido al país del buen café y nuestro camarero aún sigue trabajando allí, pero ahora todo el mundo lo respeta y, eso sí, desde entonces todos le llaman "el colombiano".



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Esta obra está licenciada por Joaquín Romero Zambrano, bajo una Licencia Creative Commons como


6 comentarios:

. dijo...

Me han llegado las volutas de humo de esa taza tan sabrosa... y eso que, con este calor, apetece más un café on the rocks. la verdad.

;)

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

Buenas noches.
De los errores se aprende más que de los aciertos y hay que agradecer la oportunidad de aprovecharlos en el momento que se nos presenten. Para lo bueno y para lo malo, pero siempre extrayendo conclusiones positivas para el futuro.

Salu2.

Enrique Palacios dijo...

Una taza de café para ese momento de estrés....
Una taza milagrosa, que bebo sin prisa, disfrutando su aroma...

Randt dijo...

Yo el otro día echándote la bronquilla porque no publicabas nada y era yo la que no estaba al día x_D


Bastante bueno el post =) Al principio no estaba entendiendo muy bien el "error", pero luego ya lo pillé x_D (fallo de vocabulario -.-U)

Le vino bien al bar (y a los habituales del bar) el "error" de "El Colombiano", eh? ;P

Y lo de las barreras me ha hecho gracia..."barrera psico-gastronomica..." "pues ni barrera ni leches" xD


besos :***
tu hijita =3

Tropiezos y Trapecios dijo...

Café...Dios...me declaro adicta y enamorada del buen café :)
Me encantó leerte, y es que todo se digiere diferente con la taza en los labios ¿verdad? :)
Un beso enorme!!!