-¿Qué significa "a punto de publicarse"? que te la rechazaron, ¿no?
-Bueno, sí -se apresuró a contestarme-, pero de muy buenas maneras. Me la rechazaron por ser muy buena.
Cuando le repliqué que eso era imposible, me enseñó una carta que conservaba muy doblada y que decía así:
"Hemos leído su manuscrito con infinita delectación. Si lo publicásemos, nos sería imposible publicar otras obras de calidad inferior. Y como es poco probable que en los próximos mil años nos llegue algo comparable a lo suyo, nos vemos lamentablemente obligados a devolverle su divina obra y rogarle clemencia para con nuestra miopía y timidez." (*)-Quintanilla, te juro por lo más sagrado que cuando yo te digo "¡qué bueno está hoy este café!", te estoy diciendo la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. ¡Pero esta carta apesta!
-Gracias señor por la franqueza. Realmente era lo que yo me temía. No me pague hoy su café. Está invitado.
-Gracias, Quintanilla. Por cierto, ¿de qué trataba la novela?
-Pues, sobre la vida de un camarero que se hace famoso porque inventa unos cócteles con poderes sobrenaturales.
-¡Ah! Te auguro una larga carrera como camarero.
-Ya llevo treinta y cinco años, señor.
-¡Más larga, más larga!...
(*) Aparece en el libro De oficio editor, de Mario Muchnick y ha sido extraído del bog de Elena Alemany: http://elenaalemany.bdbueno.es, en su entrada del día 15-04-2012 titulada: Cartas de rechazo a autores
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